¿Por qué dimitió Suárez?

miércoles, septiembre 17, 2008

Publicado en EL Mundo con ocasión del XXX aniversario de las primeras elecciones


Decía Luís Valls que, si querías mantener algo bien oculto, nada hay mejor que ponerlo en el escaparate. Quizá sea ese el origen su famoso “Repertorio de Temas”. Salvando las distancias, en lo que se refiere al asunto, algo parecido sucede con la dimisión de mi padre. Digo parecido, porque en este tema no había intención alguna de ocultar, todo lo contrario. Pocas cosas explicó más y mejor que aquella y ninguna aparece a los ojos de la mayoría de los españoles como más oculta, intrigante u oscura.

Se van a cumplir veintisiete años de aquel suceso y, desde entonces, no ha habido una sola charla, coloquio o conferencia mía en la que no haya sido preguntado por las verdaderas –y siempre ocultas- razones que le llevaron a dimitir. Hay también quien, sin preguntarse lo más evidente, se ha lanzado a publicar historias de todo tipo. Poco tienen que ver con la realidad esos cuentos de imposible encaje con la personalidad del propio Suárez.

Es uno de esos pocos sucesos históricos en torno a los que se produce un consenso casi unánime: nadie se cree lo que sabe. Y esto es más curioso todavía, si se tiene en cuenta que su protagonista goza de un crédito y respeto que no tiene político alguno en este país. Pese a ello, nadie le ha creído jamás en este punto concreto.

Hace ya algún tiempo, contaba en estas mismas páginas como el Rey y Adolfo Suárez planearon, en Segovia y por escrito, la estrategia a seguir cuando se cumplieran “las previsiones sucesorias”. Alguna de esas estrategias fue incluso desvelada ante el mismísimo Jefe del Estado de aquel momento. En cualquier caso, y fuera de anécdotas más o menos sabrosas, aquel plan tenía un presupuesto: “devolver la soberanía al Pueblo español” y una meta: “dotarle de una Constitución acordada por todos como norma básica del Estado”.

Quiero hacer hincapié en ese presupuesto: “devolver la soberanía al Pueblo Español”. En eso consistió la Transición política española. Esa fue su esencia y a ello se encaminaron todos y Suárez dimiriendocada uno de los pasos que se fueron dando. Remarco este hecho, porque nunca antes en nuestra historia –yo al menos no conozco antecedente- un Rey, habiendo recibido poderes “casi” absolutos, había devuelto, libremente, todos esos poderes a su pueblo. No faltará quien diga que no tenía más remedio. Pero se equivocará quien lo diga. Pudo haber hecho mil otras cosas que, a buen seguro, le hubieran llevado al desastre. Pero hizo lo que hizo, y se constituyó así en un ejemplo único. Si importante fue su actuación en aquel triste y a la vez glorioso febrero del 81, mucho mayor lo fue en aquellos cruciales, resbaladizos y vertiginosos años setenta. Sirvan estas líneas, en un tiempo de improcedentes críticas, de homenaje sincero y agradecido al mejor Rey de nuestra historia. El único que -en palabras de un exitoso “gurú” de las finanzas británico-, de entre todos los monarcas actuales, “aporta valor añadido” al Estado al que sirve y representa.

Con esto en la cabeza, entenderán por qué afirmo que la Transición, al margen de preparaciones y antecedentes más o menos remotos –que los hubo-, comienza cuando, tras aquel famoso “estoy en condiciones de dar al Rey lo que el Rey me ha pedido”, Suárez es nombrado Presidente del Gobierno y con él se inicia el camino hacia la aprobación de la “Ley para Reforma Política”. También entenderán que feche su finalización con la aprobación de la Constitución de la Concordia de 1978.

Es evidente que hay mil acontecimientos que merecerían todo un tratado durante aquellos años de 1979 y 1981, e incluso otros posteriores. Muchos de ellos fueron fundamentales y, aun hoy, siguen siendo pilares de nuestro sistema democrático. Quedaba por delante todo el desarrollo constitucional, pero la Transición, en sentido estricto, ya estaba hecha.

La vida política del país sufre, a partir de entonces, un cambio evidente en el fondo, en las formas, en las palabras, incluso en los gestos de todos los actores de la época y sobre los que podremos volver en otra ocasión. Para ilustrar mis palabras, que no buscan en modo alguno mayor gloria para nadie, baste repasar las intervenciones de mi padre durante las sesiones de la cuestión de confianza. Nada que ver con aquel empuje e ilusión del archifamoso “puedo prometer y prometo”…

A partir de ese momento se inicia un periodo de gestión de la “normalidad democrática” en el que Adolfo Suárez ya no se encuentra cómodo. Los protagonistas abandonan la generosidad y responsabilidad de la que habían hecho gala hasta entonces, empieza a desdibujarse el trazo de los “objetivos comunes” y los partidos políticos comienzan una nueva etapa en la que prima la búsqueda de su propia hegemonía.

Suárez sólo en el CongresoUna imagen vale más… (foto Mar Flórez)

Todo eso está muy bien, dirán ustedes, pero… ¿por qué dimitió su padre?… de verdad. Vamos a ello. En verano de 1980, tras la moción de censura y a las puertas de una cuestión de confianza muy arriesgada, Adolfo Suárez toma la decisión irrevocable de dimitir tras un complicadísimo “curso parlamentario”. Comienza a planear su ejecución y se encuentra con el primer gran dilema: convocar elecciones inmediatamente o buscar un candidato de consenso en el partido que pudiera agotar la legislatura. El transcurso de los años parece invitar a pensar que la decisión adoptada fue la correcta. En cualquier caso, aquella ejecución culmina con el discurso del Presidente del 29 de enero de 1981: “Me voy porque las palabras parecen no ser suficientes” y “no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”. Con esas palabras se resumen exactamente los motivos de su dimisión.

Ha perdido de forma irrecuperable la confianza de unos barones del partido que no dejan de maniobrar contra él. Se ausentan de las votaciones, le consideran aferrado al cargo, incapaz de liderar y, por extraño que hoy parezca, algunos hasta le desprecian por su falta de una mayor formación académica e intelectual. Por eso dice :“me voy porque las palabras parecen no ser suficientes y es necesario demostrar con hechos lo que somos y lo que queremos”, añadiendo que “la continuidad de la obra exige un cambio de personas”. Sigue comprometido con el proyecto al que no quiere dañar y por ello pide expresamente el apoyo para aquellos que, siendo responsables de su caída, van a tomar las riendas. Es necesario dejar claro que digo todo esto sin la más mínima sombra de rencor, ni ganas de herir a nadie. La relación personal con la mayor parte de todos aquellos protagonistas se recondujo posteriormente; y, en cualquier caso, todo aquello es ya parte de la historia.

Suarez-SchmidtPor otro lado el PSOE ha desencadenado una feroz campaña –anunciada al propio Suárez poco antes por Helmudt Schmidt-  de “acoso y derribo” contra su persona, por verle como único impedimento –qué gran verdad visto con los ojos de hoy- entre ellos y la victoria electoral. Siempre aceptó la crítica, pero la descalificación personal no. “La crítica… es una necesidad… en un sistema democrático… pero… la permanente descalificación de las personas… no son un arma legítima”, llegará a decir en su discurso.

Pero no son los únicos. Se produce una extraña comunión de intereses, no sólo entre los grupos políticos anteriormente mencionados –hubo más-, si no también entre muy diversos e importantes sectores sociales y empresariales que viene a resumirse en una cruel e injustificada frase del momento: “o Suárez, o la democracia”. En esa tesitura, él tiene claro que no puede ser el impedimento para el desarrollo de las libertades por las que tanto ha luchado: “algo muy importante tiene que cambiar, y yo quiero contribuir, con mi renuncia, a que ese cambio sea realmente posible e inmediato.”

No sería justo silenciar aquí dos rumores bien extendidos. Uno, el de sus relaciones con los militares. Bien cierto es que eran muy tensas desde la legalización del PCE, pero de ahí a suponer que mi padre abandonara por la presión militar, es no conocerle e ignorar su valor y arrojo personal bien demostrado con militares, esta vez sí, armados, la noche del 23-F.

Suarez defiende a Gutiérrez Mellado

Respecto a su relación con el Rey, no he hallado jamás en las palabras de mi padre, o en las que he oído al Rey sobre mi padre, evidencia alguna en ese sentido.

Pero como digo, él sabe que su tarea ya está hecha y lo importante es “que se recobre la confianza… Para ello es preciso convocar al país a un gran esfuerzo. Es necesario que el pueblo español se agrupe en torno a las ideas, a las instituciones y a las personas promovidas democráticamente a la dirección de los asuntos públicos.”

Sé que hoy gozo de un gran cariño por parte de muchos de ustedes, y también soy consciente de que ese cariño es “delegado”: soy el vehículo para hacerlo llegar a su “legítimo titular”. Por ello pienso que, si no han creído durante todos estos años al legítimo titular de su cariño, y también de el mío, pocas esperanzas puedo albergar de que lleguen a creerme a mi hoy. En cualquier caso, les puedo asegurar y les aseguro –si me permiten la broma- que esas fueron, al margen de otros sucesos acaecidos, las verdaderas y “siempre ocultas” razones que llevaron a Adolfo Suárez González a dimitir, arropado por su familia en el Palacio de La Moncloa, aquella tarde clara del 29 de enero de 1981.

11 respuestas a “¿Por qué dimitió Suárez?”

  1. No sé si servirá de algo, pero como testigo de excepción en aquellos días, puedo dar fe de aquellos «últimos días» y corroborar todo lo dicho en tu artículo. Así fue como ocurrió todo, de esa forma tan visible, clara y, por otro lado, tan lógica. No había nada más. Lo que pasa es que luego el 23F alimentó la política-ficción y la imaginación de la gente. Se podrían hacer buenas películas con las cosas que se escuchan sobre aquellos días.

  2. Un ser humano con principios y un político con dignidad. Hoy en día ni hay principios ni hay dignidad. Muchos de nosotros recordamos a aquel hombre cabal con cariño y agradecimiento y le deseamos todo lo mejor.

  3. No importa el por qué de su dimisión. Lo que sí importa es lo mucho que hizo por este país y lo mucho que le debemos. Su labor y su pensamiento político es lo que debería estar en las mentes del pueblo español y de nuestros gobernantes.

  4. Cuánta ingratitud para el Presidente Suárez…. espero que al menos le den su nombre al aeropuerto de Barajas.

  5. Me llega un comentario que, si no me equivoco, intenta poner sobre la mesa un debate. Por respeto a esa intención y con el deseo de contribuir a ese debate, hago publica esta nota junto con el enlace al que acudir.

    http:// blogs. publico.es/ mesadeluz/772/ suarez-y-los-premios-ortega-y-gasset

    Añado que, si bien es cierto que no podía estar allí ningún otro fotógrafo, también lo es que SI pretendía informar con esa imagen.
    Con mi respeto al autor del mensaje y a todo profesional de la fotografía que se pueda sentir ofendido.

  6. Qué gran político que supo interpretar la voluntad del pueblo. Sus tres grandes virtudes fueron: gran capacidad de diálogo, sentido común y capacidad de trabajo. Le debemos todos los españoles mucho a este gran hombre, que por méritos propios ha entrado en la historia de España como el mejor político de los últimos 100 años. Gracias Presidente. Dele un gran abrazo de todos los españoles.

  7. Muchas gracias. Se lo transmito en este momento. Un saludo.

  8. ojala tome ejemplo zapatero y se vaya tambien antes de caer el pais en la ruina!

  9. España ha tenido muchos grandes politicos (Cánovas, Sagasta,Miguel Primo de Rivera, Besteiro, Tierno Galván , Aznar, etc) pero todos ellos se quedan pequeños al compararlos con Suárez, jamás se ha conocido en la historia de España, un político con unas intenciones tan puras y bienintencionadas.
    ¡Chapeau por Suárez!

  10. Solamente con ver la foto de esta entrada, basta para ver que clase de político era el Señor Suárez. Los de hoy en día se hubieran quedado en su sillón.

    No he tenido la fortuna de poder disfrutar de su presencia debido a mi juventud, pero me gustaria desde aquí agradecerle todo lo que ha hecho por un país que , lamentablemente, se han cargado los corruptos de ahora.

  11. Dios le guarde
    el tiempo pondra en su sitio a este kenedy español
    descanse en paz
    y mi pesame a la familia

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