ENTREVISTA a Jaime Lamo de Espinosa, ex ministro de Suárez y Calvo-Sotelo

lunes, abril 29, 2013

Por el indudable interés de la entrevista, me permito colgarla en este blog tal y como fue publicada.

CONVERSACIONES SOBRE ESPAÑA
1/ JAIME LAMO DE ESPINOSA

Corremos el riesgo de que el «estallido social»que organiza y anhela la izquierda, se produzca

«Corremos el riesgo de que haya un estallido social» (textual)
Rajoy debe redimensionar las comunidades autónomas, rediseñar una Administración sostenible, reestablecer la igualdad y la solidaridad entre todos los españoles, y el respeto al orden constitucional
Pregunta.–¿Comparte usted la desazón de quienes vivieron la Transición ante lo que está pasando en España?
Respuesta.– Sí, porque aquélla fue una etapa en la que toda la clase política hizo una apuesta de generosidad sin límites, desde el harakiri de las cortes franquistas hasta un Carrillo renunciando a sus signos y aceptando la bandera y la Corona. Y hubo una amnistía total y un abandono de toda revancha. Hoy solo se ve división y enfrentamiento.
P.–¿Por qué, qué ha pasado?
R.– Quizá hemos perdido el sentido de los objetivos comunes. Allí había grandes objetivos para España y sobre aquéllos no había disparidades de criterios, había unión y una gran ilusión colectiva.
P.– ¿Creímos que todo estaba resuelto desde el primer momento?
R.– Lo que no imaginábamos era que la Constitución iba a ser incumplida de modo sistemático. Cuando oigo decir que hay que cambiar la Constitución, pregunto siempre: ¿y por qué no empezamos por cumplirla? Porque según la Constitución, los diputados no están obligados por mandato imperativo alguno, y ya ve. Y se eliminó el recurso previo de inconstitucionalidad, que ha traído serios problemas. Y un presidente de una autonomía jura cumplir y hacer cumplir la Constitución y a continuación anuncia la secesión. Y las sentencias del Constitucional o del Supremo son incumplidas sistemáticamente. En la Constitución está el principio de la unidad de la Nación y de su incumplimiento deriva parte de lo que nos ocurre.
P.–Usted ha dicho que es el Estado el que está en crisis
R.–Sí, estamos ante un principio de crisis de Estado que puede llegar muy lejos si no se aborda. Además de la economía, tenemos en cuestión la estructura de los partidos y el tamaño de las autonomías y su falta de control. Y tenemos además un déficit ético, tan importante y grave como el déficit económico o el político.
P.–¿Dónde están hoy los líderes?
R.– Mire, cualquiera de las personas con las que yo compartí escaño durante la Transición, en todos los partidos, eran de una categoría singular. No estaban en la política para hacer carrera, nadie era empleado de un partido. Nadie estaba allí para asegurar su futuro, estábamos para realizar una ilusión colectiva. Y ahora faltan líderes que miren por la ilusión colectiva y que sean capaces de pactar entre partidos en aras de esa ilusión colectiva, aunque les cueste su carrera.
P.–¿Se ha abaratado la política?
R.– A mi juicio sí, mucho.
P.–¿Por culpa de qué o de quién?
R.–Por culpa de un mal uso de los estatutos internos de los partidos. Si para ser diputado dependes más del dedo que te sitúa en la lista que de tu actividad, lo mejor es estar callado y quietecito. Si eres muy obediente, repites y, si repites, duras muchos años, tienes la carrera resuelta. Esto debe cambiar, hay que ir al distrito unipersonal.
ACUERDOS
P.–¿Ve posible que los grandes partidos alcancen acuerdos básicos?
R.– No sé si es posible, pero es absolutamente necesario. Deberían ser capaces de una acción verdaderamente patriótica y pactar el programa económico en la reforma de la administración, con generosidad. También el modelo educativo, que nos lo censuran año a año los informes de Pisa y Shangai. O el Plan Hidrológico Nacional, cuyas obras deben ser programadas para varias legislaturas, etcétera.
P.–¿Prevé usted todavía más recortes?
R.– Son inevitables. Familias y empresas ya han hecho un durísimo ajuste. Ahora le toca a las administraciones públicas y esas medidas no pueden ser leves. El Gobierno encargó a una comisión un informe para finales de junio sobre la reestructuración de la Administración General del Estado. Porque ésa es una de las causas de nuestra crisis económica: que tenemos un sistema público elefantiásico, sobre todo por el lado autonómico, para lo que puede soportar nuestra economía. Tanto, que expulsa al sector privado y por eso éste ni crece ni crea empleo, lo destruye. Ahora bien, ¿dónde pones el dedo acusador y dices aquí está el recorte? Eso es lo difícil.
P.– Dígalo usted.
R.–Yo distingo entre gasto público improductivo y gasto productivo y, al tiempo, distingo entre el gasto público y el gasto político. Y me parece que hay que empezar con una actitud ejemplarizante y recortar el gasto político. Mire, con Adolfo Suárez había cinco personas en el gabinete del presidente, no había más. ¿Por qué? Porque se asesoraba vía ministros. Segundo: cuando en la UCD perdimos las elecciones de 1982 había un millón entre funcionarios y empleados públicos. ¡Y no había ordenadores! Hoy hay casi tres millones, y con ordenadores. No tiene sentido. Hay que ajustar también el coste estándar de las autonomías. ¿Cuál es el coste estándar eficiente, de la Sanidad, de la Justicia y de la Educación? ¿Tantos euros por habitante? Pues aplíquese ese ratio y ajústese el gasto autonómico eficientemente. Sobre eso debería haber un gran consenso.
P.– ¿Tendría que llegar una situación dramática para que estos señores se pusieran al final de acuerdo?
R.– ¡Es que ya estamos en ella! Nuestro nivel de deuda se ha multiplicado casi por dos ¡por dos ! desde que ha empezado la crisis. El déficit no está controlado, acabamos de sobrepasar los seis millones de parados. No hay inversión privada, no fluye el crédito. La única manera de recuperar la creación de empleo ahora sería vía obra civil, como en la Gran Depresión.
P.–¿Aumentando el gasto público?
R.– No, nunca. Reduciendo los yacimientos de gasto improductivo y llevando esos recursos a obra civil que genere competitividad. Eso hizo Roosevelt en la Gran Depresión, a partir de 1933, y tuvo éxito. Pero nosotros hemos hecho lo contrario: la inversión pública ha retrocedido al nivel de 1998, porque ésa ha sido la gran bolsa de los recortes desde 2010. Y luego nos quejamos de que crece el paro….
GASTO PÚBLICO
P.– Cuéntele eso al presidente del Gobierno y a ver lo que le dice…
R.–No he tenido ocasión, pero pienso que hay que aprobar ya, este mismo año, un crédito extraordinario, modesto, de 1.500 millones de euros para empezar a licitar y pagar deuda pendiente de los ministerios inversores. E introducir en los presupuestos del año que viene otros 2.500, y el año siguiente al menos otros 3.500. Cuando digo esto, se me responde «no tenemos dinero» y yo contesto siempre lo mismo: «porque no se ha metido la tijera de podar en los yacimientos de gasto improductivo». La solución al déficit no está en aumentar el IVA o IRPF –eso no generará más recaudación y sí menos consumo y menos empleo– sino llevar el gasto improductivo a la inversión y a crear empleo.
P.– ¿Y ese gasto le parece urgente?
R.– Sí. Hay que hacerlo ya para generar confianza. Si los mercados ven que la curva de destrucción de empleo se frena habrá confianza en el país, bajará aún más la prima de riesgo y volverá el crédito al sector privado. Acabamos de sobrepasar el 27% de paro, ¿es que vamos a esperar tranquilamente a llegar al 30%, vamos a llegar a los siete millones de parados? Sería un suicidio.
ESTALLIDO SOCIAL
P.– Son cifras aterradoras.
R.– Sí, lo son … vea la EPA última y sume los parados a los desahuciados, al 15-M, a los antisistema y nos encontramos con un caldo de cultivo explosivo.
P.– ¿Cree que hay riesgo de serio conflicto social?
R.– Sí. Creo que la calle está mucho más irritada de lo que la clase política imagina.
P.–¿Considera que el Gobierno está acobardado?
R.– No, pero no sé si es consciente de que está sentado encima de un explosivo que se va cargando poco a poco. Esta sociedad tiene muchos amortiguadores, en las familias se apoya a los hijos, los jubilados regresan a casa y con su pensión viven cinco. Hay casi dos millones de familias con todos sus integrantes en paro y más del 57% de jóvenes sin empleo. Y cuando la gente te dice que no se apunta al INEM porque no sirve para encontrar empleo, lo que se está generando es algo que puede tardar más o menos, pero que acabará por estallar. No es normal que no estalle.
P.–¿Le parece inevitable?.
R.– Sí. Un psicólogo social americano, John Dollard, nos dice que tras la frustración individual, se pasa a la frustración colectiva, y de ésta a la agresión social colectiva. Y los grupos que se encuentran en esa situación pueden unirse frente al teórico enemigo común. Y depende de dónde esté el límite para el estallido entre los parados, los desahuciados, los descontentos, los antisistema y la gente que pasa hambre. Porque empieza a haber hambre. El tercer mundo está a la vuelta de la esquina, rebuscando en un contenedor.
P.–El Gobierno está siendo acusado de guardar demasiado silencio.
R.– A mí me duele más otro silencio, echo de menos la voz de Adolfo Suárez. Si hoy tuviera todas sus facultades, estoy seguro que diría cosas atronadoras. La política es pedagogía y la pedagogía necesita un discurso, un mensaje convincente que dirija la opinión.
P.– Hay otro tipo de crisis, como la estructura territorial de España.
R.– Sí, nuestro sistema autonómico ha pasado del uso al abuso, en parte por lo que pudiéramos llamar el sistema de emulación competitiva. Es decir, si tú haces un reglamento de ascensores, yo hago otro más estricto, y si tú pones un controlador, pues yo pongo tres. Pero, además, se considera que sólo la descentralización progresiva es lo democrático. Y no es así. El artículo 149 de la Constitución fijó las competencias exclusivas del Estado pero el 150.2 permitió que esas competencias también se pudieran transferir a las autonomías, que ya tenían sus propias competencias exclusivas. Eso fue un error. Y así, cada vez que llega un gobierno, se negocian nuevas transferencias, sobre todo si el ganador no goza de mayoría.
P.–Siempre en el mismo sentido.
R.– Claro, sólo en el sentido del vaciamiento del Estado. Y la consecuencia es que aquellas Comunidades que tienen más competencias asumidas piensan: «¿ Y por qué no voy a ser yo un Estado? Si ya me falta muy poco…». Frente a eso hay que recordarles que juraron la Constitución y que, además, la secesión tiene unas consecuencias políticas y económicas dramáticas: estar fuera del euro y fuera de miles de tratados internacionales que les amparan.
P.–Esto se ha puesto muy difícil.
R.–Sí, pero ¿es que no era más difícil pasar del franquismo a la democracia? ¿Es que no se sentaba allí todo el mundo y se llegaba a acuerdos, es que no tocaron a rebato Fuentes Quintana y Suárez y se cerraron los Pactos de La Moncloa? Aquello era mucho más difícil, con una crisis brutal, con ciento y pico muertos de ETA al año. Pero había voluntad de pacto y de ir adelante juntos. ¿No puede haberla ahora?
 
EL REY
P.–¿Usted qué haría?
R.–Irme a otro país (risas)… No, no, es una broma. Yo creo que hay fórmulas: una, que desde el Gobierno se convoquen comisiones de expertos independientes con encargos bien concretos sobre todos los problemas que hoy padecemos: educación, autonomías, etcétera, y con plazos brevísimos de respuesta. Y dos, que la iniciativa para el consenso entre partidos naciera de más arriba, del Rey. La autoridad del Rey sigue siendo la gran autoridad del Estado.
P.–¿Lo cree a día de hoy?
R.– Sí, lo creo. El Rey habrá cometido errores como todos cometemos, pero ha demostrado a lo largo de su historia personal que antepone España a todo y goza de un poder moderador y arbitral claro e indiscutido.
P.- ¿Usted es partidario de que el Rey abdique?
R.- No, en absoluto. Estamos en uno de los momentos más difíciles de la vida política española en las últimas décadas. Él demostró tener unas capacidades singulares en otro momento crucial y tiene una experiencia que no la tiene nadie, solo él. Sigue siendo la única persona imprescindible, en el momento actual, para pilotar un cambio. Otro cambio y, una vez producido, dejar esa nave con un nuevo rumbo en manos de otro timonel. Pero en estos momentos su abdicación sería un grave error.
P.–¿Cree que la democracia española está en peligro?
R.–Bueno, la democracia en sí misma, quizá no. Pero hay que corregir algunas cosas. Para mí, la clave está en el ajuste económico, porque está condicionando el estado el bienestar y la estabilidad democrática. Es esencial encontrar el equilibrio entre ajuste fiscal y empleo porque, cuanto más avanza el ajuste fiscal, más desempleo se genera.
P.–¿Es usted capaz de encontrar, aunque sea debajo de las piedras, alguna razón para el optimismo?
R.–Sí, pero es un acto de voluntad. Es verdad que tenemos una prima de riesgo mejor que hace un año, que nuestro comercio exterior se comporta bien, el turismo también, que se han hecho reformas muy necesarias. Y llegará un momento en que los partidos vean que este país no puede seguir así, que caminamos hacia una década perdida. Esto debería conducir inevitablemente a un cambio de políticas. Yo tengo la esperanza de que eso se logre, porque Rajoy es un hombre responsable y a Rubalcaba también lo tengo por tal. Lo digo de corazón y no puedo imaginar que no llegue un momento en que no se den cuentan que tienen que aunar esfuerzos. Eso reforzaría a ambos partidos y prestigiaría a la clase política. Ésa es mi esperanza.
CONSTITUCIÓN
«Nunca imaginamos que con el paso de los años la Constitución iba a ser sistemáticamente incumplida»
PACTOS POLÍTICOS
«Me gustaría que los líderes de los dos grandes partidos fueran capaces de una acción patriótica y pactaran»
CREACIÓN DE EMPLEO
«El único modo de recuperar hoy la creación de empleo es hacer obra civil, como en la Gran Depresión»
GOBIERNO
«El Gobierno no es consciente de que está sentado sobre un explosivo que se está cargando poco a poco»
DIFICULTADES
«¿Es que no era más difícil pasar del franquismo a la democracia? Pero allí había voluntad de ir adelante»
EL REY
«No soy en absoluto partidario de
que el Rey abdique. Él es el único
que puede hoy pilotar otro cambio»

4 respuestas a “ENTREVISTA a Jaime Lamo de Espinosa, ex ministro de Suárez y Calvo-Sotelo”

  1. Adolfo, me alegra muchísimo que vuelvas a usar tu blog. Qué razón tiene Lamo de Espinosa con la frase «Cuando oigo decir que hay que cambiar la Constitución, pregunto siempre: ¿y por qué no empezamos por cumplirla?».

    Espero que tu padre esté bien, dentro de lo que cabe. ¿Se dará cuenta en algún momento este país de todo lo que le debe? Me encantaría poder hablar algún día contigo personalmente. Mientras, aquí te dejo este comentario. ¡Un saludo!

  2. Querido Adolfo, ahora que tu padre nos va a abandonar definitivamente veo la ocasión de manifestarte mi condolencia profunda con el deseo de que carezca de sufrimiento alguno. Mi pésame para ti, para toda la familia y para todos los españoles que gozamos de una vida en democracia porque la trajo tu padre de la mano. Nunca me parecerá suficiente agradecimiento el que pueda expresar a tu padre como español excepcional y muy insigne político (de lo que ya, desgraciadamente, no hay).
    Recuerdo ahora las semanas en que venías a Santillana a la calle Elfo y te ayudaba a dar los primeros pasos en el mundo editorial. Mi afecto por ti viene desde entonces. Y por ello mi dolor grande por la situación personal que ahora estas afrontando.
    Mi gratitud inmensa a tu padre y un caluroso abrazo para ti.

  3. Mi más sentido pésame para toda la familia.Su padre siempre fue una persona muy querida para mí. Me transmitió honradez en la política, serenidad, cercanía y creencias firmes, que comparto.
    Tengo 55 años, vivo en Zaragoza, y en todas las elecciones que se presentó, le voté.
    Gracias a Dios por su persona. Un abrazo a toda la familia

  4. EN MI NOMBRE, EN EL DE MI FAMILIA Y EN ESPECIAL EN EL DE MI PADRE YA FALLECIDO Y QUE FUE ESTRECHO COLABORADOR DEL TUYO EN TIEMPOS DEL CDS (Yo mismo trabaje a sus ordenes como simple chico de recados) RECIBE NUETSRO MAS SINCERO Y HUMILDE ABRAZO.

    DESDE Y PARA SIEMPRE, NUESTRO PRESIDENTE, NUESTRO LIDER, NUESTRO JEFE Y ESPECIALMENTE NUESTRO AMIGO,

    UN ABRAZO

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