Con amigos así…
domingo, septiembre 23, 2007Artículo publicado en El Mundo
En este país y desde hace ya treinta años, cada cual tiene la libertad de escribir sobre lo que estime oportuno y, por supuesto, la responsabilidad sobre aquello que escribe. Eso mismo es lo que le dije a don Luís Herrero-Tejedor cuando me reclamó ayuda para escribir un libro acerca de mi padre. Le expliqué, con la mayor cordialidad y respeto, el compromiso que contraje con mi padre y que ello me impedía participar en cualquier obra del tipo de la que él pretendía abordar. Me di cuenta que no le hacía ninguna gracia lo que le estaba contando y, si bien es cierto que no esperaba grandes aportaciones a la historia -no por la falta de talento del autor, que lo tiene y mucho, sino por la falta de datos importantes y reales-, lo que no esperaba en absoluto es el resultado final que hoy se nos ofrece bajo el presuntuoso título de “Los que le llamábamos Adolfo”. Suele ocurrir que los que más alardean de una determinada cercanía son los más distantes.
Es importante matizar que el gran y mejor amigo de mi padre fue –y ha seguido siendo mientras ha podido recordar- don Fernando Herrero Tejedor, hombre recto y admirable donde los haya, no su hijo don Luís, a quien mi padre siempre ayudó como forma de honrar la memoria de su amigo, tristemente fallecido en accidente de tráfico un 12 de junio de 1975, mientras su mujer, doña Joaquina, y mis padres asistían a una corrida de toros en Las Ventas. A pesar de la gran relación con sus padres, siempre mantuvo hacia él una especial “desconfianza” por muy diversas razones, entre las que se encontraba el convencimiento de que todo lo que se dijera en su presencia lo iba a utilizar, y lo iba a hacer de forma interesada. Esto es muy conocido por todo el círculo íntimo de mi padre y del que no ha formado parte nunca don Luís, fuera de ser el hijo de quien era. Es cierto que se han visto en muchas ocasiones, pero no son tantas ni tan importantes como intenta traslucir. En cualquier caso, no recuerdo en los últimos treinta o treinta y cinco años un solo domingo en los que don Luís participase en una de las meriendas que regularmente organizaba mi madre para ese grupo de amigos tan reducidos del que disfrutábamos. Tampoco le he visto nunca pasar unos días de verano en nuestra casa familiar, cosa que sí hacían los verdaderos amigos de mis padres como Emilio Vera, los Pérez Puig o los Alcón y que no salen de su asombro por las afirmaciones vertidas y la utilización que se intenta hacer de ellos.
Asesinato de Julio César a manos de sus amigos…
Tal desconfianza, muy típica de mi padre y manifestada en numerosas ocasiones, queda hoy más que justificada con la publicación de la obra citada más arriba. En ella, se deslizan insinuaciones -cuando no afirmaciones- en las que no voy a entrar, pero se hace algo extremadamente más grave y que demuestra el poco respeto de su autor por alguien que, entre otras cosas, sigue vivo: poner en boca de mi padre frases con las que se hace daño a instituciones y personas a cuya defensa ha dedicado toda su vida política y por las que hubiera dado materialmente la vida.
Muchos de los datos que se vierten en ese libro son absolutamente falsos y forman parte de leyendas urbanas del peor gusto, lo que demuestra la mala calidad de algunas de sus fuentes y la falta de rigor. Aún así, es mucho más grave el uso que hace el autor del “entrecomillado” para atacar, él sabrá por qué, a Su Majestad el Rey. Nunca le he oído semejantes palabras a mi padre, y dudo mucho que la confianza con don Luís fuera mayor que la mía. Pero suponiendo que fuera verdad –y me es imposible creerlo-, su revelación hoy sería una traición en toda regla a esa supuesta amistad y confianza. Máxime cuando el interesado no puede defenderse. O miente don Luís, o traiciona don Luís. En cualquier caso, se aprovecha don Luís de la enfermedad de una persona que no puede rebatir sus afirmaciones, como estoy absolutamente seguro que haría si pudiera.
Me entristece profundamente escribir estas líneas. Tengo un respeto reverencial por los apellidos Herrero Tejedor y una profunda gratitud y cariño por esa familia. No quiero yo, en memoria de ese gran hombre, decir nada que pueda dañar a nadie de los suyos, pero debo desautorizar con toda severidad, por falsas, las afirmaciones que se vierten en el citado libro, muy especialmente aquellas que se dirigen contra la Corona. Dirá don Luís que es su palabra contra la mía… y así quedará; hasta que el tiempo ponga las cosas en su sitio.
Lo que no entiendo es cómo esse Luís Herrero se permite decir que es amigo de Suarez en el libro ese. Creo que fue en las elecciones generales de 1986 cuando en la radio Antena 3 Luís Herrero dijo que en un mitin de Barcelona solo habían ido 500 personas a ver a Suárez y que había sido un fracaso. Media hora despúes en Radio Nacional dijeron que habían ido más de 5.000 personas. Yo personalmente llamé a Antena 3 y hablé con Luís Herrero y le dije que se había equivocado en un «0» al dar la noticia. Me sorprendió mucho su actitud, no dijo nada, ni se inmutó y ni corrigió la noticia en el siguiente parte electoral. Me pareció que le sentó mal mi llamada, me pareció muy soberbio. Tengo muy mal recuerdo de su actitud. Y ahora dice que es «amigo» de Suárez. y gana dinero a su costa. Los hay con una jeta……….
En aquella época, fui testigo de la profunda amistad, admiración y respeto que se tenían mutuamente D. Adolfo Suárez y D. Fernando Herrero Tejedor. Qué lástima que no siempre los hijos hereden las cualidades de sus padres. Este es un claro ejemplo de ello. Está claro que Luis Herrero ni admira ni respeta a quien tanto le ayudó y a quien fue el gran amigo de su padre.!Qué poca memoria y qué falta de principios! Gracias Adolfo por defender lo que es de justicia… ¡Enhorabuena!
El artículo es tremendamente revelador y ayuda a conocer al «personaje» que dejó el periodismo activo para irse a Bruselas como eurodiputado, aún no se sabe con qué resultado positivo para los ciudadanos.
Curioso éste Luis Herrero que siempre que habla de los políticos se excluye de ellos, cuando su nómina mensual le llega, muy bien cargada, precisamente por tal concepto.
Confío que disfrute de estos últimos meses como eurodiputado. Eso sí, con el dinero de todos los contribuyentes.
Y le animo, si lee este comentario, a mantener un poco la decencia y no recurrir a sus habituales descalificaciones si el PP, en un ejercicio de justicia y de eficacia, le excluye de sus listas en el próximas elecciones al Parlamento Europeo.
Y a Adolfo Suárez Illana…enhorabuena!. La valentía y la coherencia siempre cotizan al alza. Para los que son capaces de analizar la realidad… evidentemente
Apenas escuché nombrar a tu padre a Luís Herrero en todos los momentos familiares que tuve la suerte de compartir con vosotros. Nunca vi a Luís Herrero por tu casa y eso es difícil en mi caso. Ahora bien, doy fe de la desconfianza de Adolfo Suárez hacia Luís Herrero cuando a mediados o finales de los ochenta, nuestra buena amiga, la periodista abulense Margarita Mayoral, tenía ya apalabrada una entrevista con tu padre y al final no pudo hacerla porque trabajaba bajo las órdenes de Luís Herrero. A pesar del cariño que tu padre tenía por la familia abulense Mayoral, en especial con el padre de Margarita.
El que ataca sin motivo alguno, sin base ni razón aparente y con ello se aprovecha económicamente, sale mal parado siempre. Este es el caso de Herrero. En la vida hay que ser justos y este señor, famoso ya por los líos que monta, ha dejado claro que es un desalmado. Me consta lo mucho que le debe al ex-presidente Suárez.Pero uno, es un personaje histórico y el otro…Adolfo bien por tu artículo. Enhorabuena. Estamos con vosotros
Qué desacierto cometió este señor escribiendo ese libro innombrable; ya leyendo el impresentable título se puede uno imaginar lo que hay en su interior. Me gustó mucho la carta con la que Adolfo Suárez Illana contestaba a semejante personaje y hoy me alegra leerla de nuevo. Emana respeto por la familia Herrero, pero pone al personaje en cuestión en su sitio. Enhorabuena y ánimo.
Cuando un libro se escribe con la intención de herir, de apropiarse de méritos ajenos y de forrarse a costa de otros, se consigue lo contrario de lo que el autor pretende con su obra: el desprestigio. Le recomiendo a Luis Herrero que cambie de táctica. Bien por el artículo Adolfo
Está claro que ni la política, por sus famosas y comentadas meteduras de pata, ni el periodismo escrito, por su libro dedicado al presidente Suárez, en el que sólo pretende dañar a los dos grandes protagonistas de nuestra ejemplar transición, D. Adolfo y S.M El Rey, son oficios que se le den bien al señor Herrero. Bien podría haberse quedado en la radio; al menos ahí su infausta verborrea podía encuadrarse en el apartado cómico… aunque hubiera acabado arruinando a la COPE. No le haga ni caso!!!!!
Luís Herrero-Tejedor debería estar en la cola del INEM