Elogio de la Transición
viernes, junio 15, 2007Contestación a Gabriel Albiac en La Razón
Con todo el respeto que él no ha tenido y en nombre de quien ya no puede hacerlo, me propongo contestar a don Gabriel Albiac. Le respondo en lo que atañe a la obra de mi padre y a sus compañeros de esfuerzo en la Transición.No entro en sus juicios sobre el PSOE de entonces, cuya labor no creo que pueda, ni deba ser juzgada como usted hace. Pero eso son otros los que lo deben escribir.
Se firman los Pactos de la Moncloa…
Siempre he creído que los genios no están en la política, ni falta que hace. Son mucho más necesarios en la lucha contra el cáncer, por ejemplo. En política no hace falta ser un genio, basta una inteligencia normal, sentido común, ser prudente, honesto y trabajador. Lo que si debe ser extraordinaria es su capacidad para conectar con sus conciudadanos; no para venderles milongas, sino para identificar sus necesidades y aplicar soluciones, que no salen de una única y extraordinaria cabeza, si no de un buen equipo.
Ya tenemos los ingredientes básicos para empezar a hablar de la Transición y sus protagonistas. Un equipo, inicialmente formado por SM el Rey y Suárez, al que se sumaron otros muchos como Torcuarto Fernández-Miranda, Gutiérrez Mellado, Fuentes-Quintana, Jaime Lamo de Espinosa, José Lladó, Aurelio Menéndez, Landelino Lavilla, Marcelino Oreja y un largo etcétera que tienen muy poco que ver con esa “centuria de excursionistas de la OJE” a que se refiere usted. Ni aquellos chicos eran simplemente de “camisa azul”, ni “chapoteaban en la nadería”. Ese equipo, que llevaba trabajando desde tiempo antes, tuvo el olfato de identificar los deseos de los españoles y la audacia de darles solución:…”elevar a nivel político de normal lo que, a nivel de calle, es simplemente normal”.
No tengo yo el genio de Suárez, pero resudo amor, respeto y admiración por él; carezco de complejos y me sobra orgullo para alzarme en su defensa y ensalzar su obra sintiendo profunda lástima por quienes, acomplejados por su pasado e inconscientes, invitan al fanatismo y critican a quien sí fue capaz de algo grande: unir a todos los españoles entorno a un proyecto común que nos ha brindado –con todos sus defectos- los mejores años de nuestra historia política.
Tampoco tengo la genialidad –lo digo sin ironía- de quien hace el vituperio de la Transición. Ni poseo su soberbia para creerme en posesión de la verdad absoluta y caer en la crueldad, el desprecio y la desmesura que le llevan a ser víctima de su brillantez preso de frases tan grandilocuentes como falsas y mezquinas.
Me gustaría ver a quien se refiere a mi padre como “juvenil sinvergüenza sin esfuerzo”, convenciendo a las Cortes franquistas de que debían aprobar la Ley de Reforma Política.
Me gustaría ver a quien se refiere a mi padre como “juvenil sinvergüenza sin riesgo”, afrontar en solitario la legalización del PCE el Sábado Santo de 1977.
Me gustaría ver a quien se refiere a mi padre como “juvenil sinvergüenza carente del pudor que da la inteligencia” negociar y aprobar la primera Constitución de consenso de toda nuestra historia.
Me gustaría ver a quien se refiere a mi padre como “juvenil sinvergüenza sin coraje” el 23 de febrero frente a las balas de los golpistas.
Pero no quiero contestar tan sólo sus insultos –propios de la incapacidad altiva de quien ha leído mucho y no ha aprendido nada-, yerra usted alargando ese periodo más allá del 78. Aprobada la Constitución de la Concordia queda mucho por hacer, pero lo cierto es que ya tenemos los instrumentos para hacerlo. Una cosa es la Transición y otra convertir a España en un líder mundial. Y, si bien es cierto que no se puede conseguir esto sin haber hecho antes lo primero, tampoco se puede culpar de no conseguir tal liderazgo a los gobiernos de la Transición.
Curiosa vergüenza supone la mayor aportación de España a la política con mayúsculas, alabada y estudiada por verdaderos genios, como Julián Marías.
Hoy, treinta años después, muchas cosas han cambiado. La mayor parte a mejor. Por ejemplo, que se puedan publicar sin miedo opiniones como la suya. Ahora bien, es cierto que otras deberían estar en situación muy distinta. Por ejemplo la Educación –incluida la suya-, la independencia de la Justicia o el modelo de Estado.
Hoy treinta años después, son radicalismos, imposiciones y complejos lo que nos sobra. Falta altura, desprendimiento, empatía, sinceridad e ilusión. Esa ilusión de la que hablaba Marías: la capacidad de imaginar un futuro mejor por el que merece la pena luchar. Nos falta lo que fuimos capaces de hacer entonces: ilusionarnos en torno a un proyecto común que aproveche todas las oportunidades que nos brindó la Transición.
No quiero dejar pasar la ocasión de desearle todo lo mejor señor Albiac, ni de decirle una última cosa: ese sinvergüenza, grosero, analfabeto y estúpido que se dejó literalmente la vida por los demás, nunca hubiera usado un gramo de sus capacidades para intentar humillar a nadie. Menos aún si no pudiera defenderse.
Por primera vez tenemos una Constitución de todos 1978
No se puede decir mas repetuosamente. En mi pueblo dicen que no ha faltado cara ni ha sobrado mano…
Qué triste es que hoy en día determinados periodistas no sean capaces de desprenderse de sus ataduras ideológicas y que de esta forma no puedan nunca ser objetivos en sus comentarios y reflexiones. Es casi imposible encontrar en estos tiempos que corren periodistas independientes, profesionales que juzgen los acontecimientos y la historia de forma digna. Por ello me merece un gran respeto este artículo que deja claro que cuando uno intenta engañar y manipular, lo que demuestra es ignorancia.Enhorabuena D. Adolfo
El tiempo pone a cada uno en su sitio y los artículos también… !Enhorabuena !
Estoy totalmente de acuerdo con Pablo. Así se escribe. Este tipo de gente «llamados» periodistas son tan sólo unos resentidos de la vida…
Gran carta a gran ignorante y grandes ilustraciones que ponen en evidencia al tal Albiac. Mi más sincera enhorabuena D. Adolfo. Me merece todos mis respetos.
Maravillosa contestación. Se nota que ese individuo es un innombrable cargado de complejos y envidias, porque eso es lo único que tiene. Además, creo que le van echando de todas partes porque aburre hasta la piedras.
Albiac, infórmate antes de hablar. Enhorabuena Adolfo por demostrar no sólo con palabras sino con imágenes que a este señor Albiac o bien le falla la memoria, cosa que dudo, o bien es un profundo ignorante en la materia, o bien tan sólo pretende herir para llamar la atención. Yo me inclino por esta última opción. Esto no hace sino reforzar la figura de D. Adolfo Suárez…
Hacía mucho tiempo que no veía dar un guantazo con tanta precisión y acierto. Y sin despeinarse. ¡Enhorabuena!