Carta de contestación de Antonio Casado

jueves, marzo 8, 2007

Adolfo Suárez, el secuestro de Javier Rupérez y el periodista rectificado

Jueves, 08 de marzo de 2007

Hablando del reagrupamiento de presos mientras estaba secuestrado Ortega Lara, escribí el martes 6 que el Gobierno Aznar hizo lo que debía, «sin vulnerar la legalidad», y nadie se lo reprochó entonces ni ahora. Y a renglón seguido: «Como nadie le reprochó al Gobierno Suárez el pago de un rescate por Javier Rupérez en 1979 y nadie se lo reprochará jamás».
Esas tres líneas motivaron ayer una carta de rectificación de mi amigo Adolfo Suárez Illana. Dice en síntesis que Antonio Casado «ha errado gravemente», pues «es absolutamente falso que Adolfo Suárez González, mi padre, pagara rescate alguno, jamás». Y que de haberlo hecho, él, su propio «hijo y amigo», se lo hubiera reprochado porque «el pago de un rescate a los terroristas constituye un delito perseguible de oficio».
Desde la humildad de quien ha aprendido a equivocarse y sentir el alivio de reconocerlo, la cariñosa carta que me dedica Suárez Illana reclama una respuesta profesional y personal. La profesional se remite a la deposición del general Sáez de Santamaría (fallecido en agosto de 2003) ante el tribunal del caso ‘Fondos Reservados’ (otoño 01). La personal se complace en la ocasión de renovar mi afecto por Adolfo Suárez Illana y mi profundo respeto por el presidente Suárez, el hombre que abrió por dentro las puertas del franquismo para que entrase el aire nuevo de un país con hambre atrasada de libertad.
En la crónica de Carmen Remírez sobre las sesiones de aquel juicio (diario El Mundo, 1 noviembre 2001), se lee: «El general José Antonio Sáenz de Santamaría salpicó la memoria de los gobiernos de UCD con episodios como el secuestro de Javier Rupérez, hoy embajador en Washington, en noviembre de 1979. Según su testimonio, el presidente Adolfo Suárez en persona ordenó pagar a los etarras 200 millones de pesetas, en una reunión que se celebró en su presencia y en la del entonces ministro de Interior, Antonio Ibáñez Freire».
Como es sabido, el perjurio es delito en la declaración de un testigo, y las actas del juicio confirman la información de El Mundo. Sáenz de Santamaría sostiene que se pagó el rescate de Rupérez con cargo a fondos reservados y aventura una cifra: 200 millones. Veintiocho años después, mi amigo, el hijo del presidente Suárez, que entonces estaba en el colegio, sostiene que la cantidad total de fondos reservados presupuestada para aquel año era de 100 millones de pesetas, justo la mitad del presunto pago a ETA por la liberación del diputado centrista.
El entonces presidente del propio del Gobierno, Adolfo Suárez, lo desmintió en varias ocasiones. Pero otros actores de aquel momento político siguieron defendiendo la tesis de que, efectivamente, se pagó rescate. Vale la pena descifrar al propio Javier Rupérez en declaraciones realizadas en su día a la Prensa: «No tengo por qué saber cómo o por qué se produjo mi liberación aunque un prurito de transparencia me llevó a interrogarlo y a concluir sin asomo de duda que mi vida no había costado nada significativo a nadie, patria, principios, honras o dineros, ni siquiera reservados».
Al abajo firmante le sale al paso la disyuntiva de otorgar más credibilidad a unos u otros, pero no se inventa nada. La palabra de un hombre honesto como Adolfo Suárez, o la de su hijo, que con tanta gallardía defiende la limpia memoria política del presidente, son para mí barandillas morales lo bastante seguras como para convertirlas en el mejor aval de un dato histórico o de una información determinada. Por tanto, no se me caen los anillos por retirar la afirmación de que el Gobierno Suárez pagó un rescate para liberar a Rupérez en 1979, en base a la autoridad moral de quienes lo niegan.
Pero, insisto, yo no me inventé nada. En todo caso, el desmentido de mi amigo Adolfo se debería haber centrado en quien colocó el asunto en el circuito de los datos consabidos: el general Sáenz de Santamaría, un icono de los militares demócratas de la transición, jefe de la Policía Nacional cuando se produjo el secuestro de Rupérez, jefe de la lucha antiterrorista en el País Vasco y luego director general de la Guardia Civil. Como fuente del dato aireado ante un tribunal de justicia, incluido en mi comentario del martes, no parecía muy averiada en principio.

Una respuesta a “Carta de contestación de Antonio Casado”

  1. Publico esta carta tal y como fue publicada en su día en El Confidencial como muestra de respeto a mi amigo Antonio Casado

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